El poder de los ejercicios de mindfulness

Mi psicóloga de deportes comenzaba por pedirme que me sentara en una posición relajada. Todo empezaba siempre con inhalaciones profundas y exhalaciones poderosas. Durante este proceso de respiraciones, en cada exhalación, mi psicóloga me hacía imaginar que el estrés y la tensión abandonaban mi cuerpo. Años después supe que esto es similar a lo que es conocido en la práctica de mindulfness como ejercicio de relajación progresiva de los músculos.

Mis ejercicios de mindfulness fueron muy poderosos. De hecho, mi psicóloga me trasladó a un campo verde con sonidos de pájaros y de un riachuelo como fondo de su voz. Después, escuchando música motivante de fondo (el tema musical de la película “Carros de Fuego”) me hizo visualizar el juego y a mí mismo haciendo varias jugadas. La música de fondo (sin letra) con su voz fue un elemento increíblemente poderoso. 

En mis propias palabras y sin ser un experto, fue la voz de mi psicóloga mezclada con diversos sonidos en los momentos indicados lo que fue clave. Tener las melodías como fondo musical realmente añadió otro nivel poderoso a toda la experiencia. En ocasiones todo me parecía tan real. Creo que uno de los elementos clave en este proceso fue la relación que desarrollé con mi psicóloga. Al final fue a cada uno de mis juegos y dada la relación que construímos juntos, esto me dio mucha más confianza. Se dio el tiempo de conocerme y entendió lo que yo hacía en el campo de fútbol americano. Personalizó estos ejercicios de mindfulness para mi uso personal, usando mi nombre varias veces durante la grabación. Esta relación de confianza junto con mi fe en ella me ayudó inmensamente.

Mi ego era tan frágil que, de no haber sido por estos ejercicios de mindfulness, estoy convencido de que nunca me habría convertido en un jugador titular. En realidad no sólo me volví un jugador titular, sino que llegué a ser el mejor jugador en mi posición de ala cerrada (“All American tight end”) en la universidad, quedando en el primer lugar en yardas de recepción para mi posición, lo cual contribuyó a que nuestro equipo no perdiera ningún partido durante el cuarto año de universidad. Cuando perdimos fue sólo en las semifinales. Fue realmente un año estupendo. Hay incluso un nivel más alto de rendimiento que tuve y que sólo pude alcanzar en una ocasión.   

Noqueado hasta la inconsciencia

¿Los ejercicios de mindfulness me ayudaron a tener un rendimiento mejor? ¡Definitivamente sí! En mi año final de universidad, durante uno de nuestros juegos regulares de temporada caché la pelota en el centro del campo, y uno de los jugadores del equipo contrario me estaba sujetando por la cintura mientras otro jugador estrelló su casco contra la parte de atrás de mi cabeza.

Quedé tirado en el suelo y me acuerdo que el equipo contrario estaba emocionado porque creyeron que me habían sacado del juego. Mis compañeros me decían “levántate Dave, no dejes que vean que te hirieron”. Estaba tratando de sentarme con toda mi fuerza, pero realmente no podía. Llegaron los médicos, quienes me pusieron en una camilla y me trasladaron fuera del campo.

Estaba en una de las bandas laterales y recuerdo haber cerrado mis ojos, cuando  empecé a practicar los ejercicios de mindfulness con los que mi psicóloga me había ayudado.  Después de haber acabado empecé a pedirle a mi entrenador que me dejara regresar al juego. Estaba entre el mundo consciente y el mundo sin conciencia, sabía que estaba en un juego de fútbol y sabía cuál era mi posición. Eventualmente el entrenador se vio obligado y me dejó regresar al juego.

Recuerdo a nuestro mariscal de campo dando las instrucciones para la jugada mientras estábamos en el timbac. Sin embargo, al dirigirme hacia la línea de scrimmage, pregunté al receptor abierto a mi lado: “¿qué hago para esta jugada?”, quien me dijo que corriera en diagonal a través del campo. Me acuerdo del receptor abierto volteando hacia la línea de banda y gritándole a nuestro entrenador que yo necesitaba salir del juego, porque me veía aún mal. Me dirigí a mi compañero de equipo y le dije que estaba bien. Recuerdo al público que estaba en el juego, y cómo el ruido que hacían parecía muy sordo y distante.

Empecé a correr en mi ruta cachando la pelota en medio del centro del campo y seguí corriendo hasta anotar un touchdown de 45 yardas. La siguiente vez que caché la pelota anoté otro touchdown. Acabé el juego habiendo hecho 174 yardas de recepción y dos touchdowns. Obtuve un certificado y fui nombrado el jugador ECAC de la semana, que es un premio prestigioso que se puede ganar en los deportes cuando un jugador juega extremadamente bien.

Considero que al ser noqueado hasta la inconciencia volví a mi yo de 9 años, jugando sin inhibiciones, sin ego, sin una idea de mí mismo o de los demás. Yo solo jugando el juego, al nivel más alto que me fuera posible.

Comentarios Finales

Estoy convencido de que sin mis años dedicados al entrenamiento de mindfulness, nunca habría empezado ningún juego en la universidad. Después de todo, no estaba dotado de una velocidad o fuerza física inmensa. Por supuesto, había dedicado horas tanto al desarrollo de mi mente, como a desarrollar la parte física de mi juego.

Los ejercicios de mindfulness que practiqué, no sólo mejoraron de manera significativa cómo jugaba en el campo, sino que fueron también instrumentales para manejar mi ansiedad y para mantenerme tranquilo fuera del campo. En mi relación con otros, esto me ayudó a mantener un temperamento estable y a no dejar que cualquier cosa me afectara o molestara. La práctica de mindfulness me ayudó también a mantenerme relajado en situaciones muy estresantes, ya fuera en mi trabajo, en mi desempeño en los deportes, con mi esposa, con mis hijos, con mis amigos, y en mi vida en general.

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